Este mes tenemos la gran suerte de publicar tres poemas inéditos de José Cereijo (Redondela, Pontevedra, 1957), un autor que escribe su obra poética con un reposo poco dado a los anticipos. Desde su primer libro, Límites (1994), su poesía ha ido ahondando en el drama de una existencia que, a grandes rasgos, no es otro que la diaria conciencia de su condición mortal en medio de un constante deseo de infinitud. De todo ello surge una voz grave y contenida, que tiende a instaurar, mediante el poema, un instante de serena sabiduría, por provisional que ésta resulte. Su lenguaje, entonado con un ritmo también sosegado, se apoya en una simbología de delicada sensorialidad, tras la que se ocultan numerosas resonancias secretas. Después de Límites, ha publicado Las trampas de tiempo (1999), la colección de haikus titulada La amistad silenciosa de la luna (2003) replicas de relojes españa y Música para sueños (2007).
Estas preocupaciones de su poesía también han dado lugar a los inquietantes cuentos del libro Apariencias (2005).
No las ramas desnudas de diciembre, ni la calle mojada, ni esas nubes que una gran mano indiferente lleva lo mismo que las trajo, ni las luces en tal o cual ventana, siempre lejos: no es eso lo que ves, sino a ti mismo. Tarde deshabitada e inclemente, y no más que la noche a su final.
Paseo
Paseas, esta tarde de verano, por la grata alameda de tu infancia, buscando unas imágenes perdidas para jugar con ellas, simplemente. Pero otra imagen terca se interpone, un acecho insidioso. Te ves, y no te sientes, paseando por esta misma tarde en que caminas. Ya es la tuya nostalgia de ti mismo, de tu propio presente. Mala cosa, cuando tu mismo ser es una despedida silenciosa y secreta.
Amanecer
Amanece otro día, y va ordenándose todo lo que se pierde con la noche, la insaciable riqueza de detalles que hace al mundo real. Lentas y fieles, todas las cosas vuelven a su sitio, súbditas inconscientes del milagro de ser, de seguir siendo. Únicamente faltas tú, que prefieres a la gloria vocinglera del mundo, la infinita desnudez y reserva de las sombras, lo que sabe la tierra, y su silencio.