Amalia Bautista (Madrid, 1962) escribe sobre las https://www.iwcreplica.com grandes cuestiones de la vida en un estilo tan sencillo y desenfadado, que parece que está haciéndonos un íntimo descargo de conciencia. Con un lenguaje aparentemente conversacional, a menudo centrado en asuntos de la vida cotidiana, la poeta expresa una profunda ansiedad de Absoluto, entendida como Amor, en todos lo ámbitos de la existencia, aunque principalmente en el erótico. La magnitud de sus deseos provoca una continua extrañeza ante las contradicciones con que la vida, en su diario acontecer, nos asombra de continuo. Ingeniosa, tierna y pasional, su poesía también nos asombra por los inesperados cambios de emoción y de conclusiones lógicas.
Ha publicado hasta la fecha los siguientes libros poéticos: Cárcel IWC Aquatimer Replica Watches de amor (Renacimiento, Sevilla, 1988), La mujer de Lot y otros poemas (Llama de amor viva, Málaga, 1995), Cuéntamelo otra vez (La Veleta, Granada, 1999), La casa de la niebla. Antología (1985-2001) (Universitat de les Illes Balears, 2002), Hilos de seda (Renacimiento, Sevilla, 2003), Estoy ausente (Pre-Textos, Valencia, 2004), Pecados, en colaboración con Alberto Porlan (El Gaviero, Almería, 2005), Tres deseos. Poesía reunida (Renacimiento, Sevilla, 2006), Luz del mediodía. Antología poética (Universidad de las Américas, Puebla, México, 2007) y Roto Madrid, con fotografías de José del Río Mons (Renacimiento, Sevilla, 2008).
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Frente a este mar, en otro fin del mundo,
me miras como nadie me ha mirado,
te miro como no he mirado a nadie.
Llega la realidad de negras alas,
nos tapa el sol y todo se ensombrece.
Te digo "¡corre, viene a por nosotros!"
Corremos tan deprisa como el viento
y vamos a escondernos jadeantes
detrás de las salinas. En tus ojos
se reflejan destellos de la sal
y en los míos el miedo.
Pero el monstruo es tenaz y no perdona.
Llega a nuestro refugio, nos atrapa,
nos hace prisioneros para siempre.
A veces coincidimos en el patio
de esta terrible cárcel. En mis ojos
tú ves el horizonte, y yo en los tuyos
los destellos rosados de la sal
y todas las facetas de un diamante soluble.
Hagamos una torre de minutos,
apilemos los ratos que hemos podido vernos,
hablarnos, sonreírnos, hacernos el amor, acariciarnos
hasta el fondo del alma.
Vamos a amontonar con cuidado infinito,
para que no se caigan,
esos segundos de alegría limpia
que nos dieron la paz y las lágrimas dulces.
Construyamos un frágil rascacielos
que centellee al sol y resista las lluvias.
La torre alcanzará las nubes.
Pero nunca alzaremos a su lado otra torre
con todos los minutos que no estuvimos juntos,
con los días perdidos más allá de los mares
y las noches pasadas abrazando otros cuerpos.
Sería insoportable contemplar esa torre.
Daría varias veces la vuelta al universo.
Pasado el tiempo,
los amantes perfectos se preguntan
si ellos hacían el amor
o si el amor los hizo.
Y los deshizo.
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