María Negroni nació en Rosario, Argentina. Tiene un doctorado en Literatura Latinoamericana en la Universidad de Columbia, Nueva York. Ha publicado varios títulos de poesía: De tanto desolar (Libros de Tierra Firme, 1985); La jaula bajo el trapo (Libros de Tierra Firme, 1991); Islandia (Monte Avila Editores, 1994; Station Hill Press, N.Y. 2001); El viaje de la noche (Editorial Lumen, 1994); Night Journey (Princeton University Press, 2002); Diario Extranjero (La Pequeña Venecia, 2000; Maison des Ecrivains Etrangers, 2001); Camera delle Meraviglie (Quaderni della Valle, 2002), La ineptitud (Alción, 2002) y Arte y Fuga (Pre-Textos, Valencia 2004). También publicó tres libros de ensayos: Ciudad Gótica (Bajo la luna nueva, 1994), Museo Negro (Grupo Editorial Norma, 1999), El testigo lúcido (Beatriz Viterbo Editoras, 2003), una novela, El sueño de Ursula (Seix-Barral, Biblioteca Breve, 1998) y un libro-objeto en colaboración con el artista plástico Jorge Macchi, Buenos Aires Tour (Ediciones Turner, Madrid 2004), que acaba de ser reeditado en Aldus (México 2006). Tradujo, entre otros, a Louise Labé (Sonetos, Lumen, 1998); Valentine Penrose (Hierba a la luna y otros poemas, Ediciones Angria, 1995); Georges Bataille (Lo arcangélico, Fundarte, 1995); H.D. (Helena en Egipto, Ediciones Angria, 1994) y Charles Simic (Totemismo y otros poemas, Alción, 2000). Obtuvo las siguientes becas: Guggenheim (1994), Fundación Rockefeller (1998), Fundación Octavio Paz (2002) y New York Foundation for the Arts (2005). Su libro Islandia recibió el premio del PEN American Center al mejor libro de poesía en traducción del año (Nueva York, 2001). Actualmente enseña Literatura Latinoamericana en Sarah Lawrence College, Nueva York.
"Estos poemas nacieron de una audacia: la de aprender a bailar el tango. Sin porqué, como un complejo ejercicio de nostalgia, me dejé embeber por esos movimientos que el cuerpo de la mujer dibuja, cuidadosamente, para abandonarse al goce mayor: el de ser llevada a lo que ignora. Y, de paso, algunas lecciones curiosas. A saber, no importa cuán bien se escriba la andanza femenina, la danza es imposible si el varón no sabe llevar. Eso, más las preguntas de siempre, el amor, el deseo, los aquí que son allá y viceversa, el imán de la jerga porteña callejera, y el espejo de Buenos Aires, adonde tal vez pueda encontrarme -como dice el tango María- con la más mía, la lejana, la que siempre se me escapa."
María Negroni, octubre 2006.