Imaginemos una editorial que pretenda olvidarse, en un ejercicio de amnesia lúdico-poética, de lo que un libro “es” y concentre sus esfuerzos en determinar lo que un libro “pueda ser”. Imaginemos entonces esa editorial olvidadiza que no sabe con certeza dónde comienza o termina la obra literaria. Lo que se entienda por edición no sólo dependerá de lo que el editor, inmerso en una época determinada, entienda por texto, sino que esta dependencia constituirá el sentido mismo de la actividad editora. ¿Es posible editar un libro que nunca llegó a alcanzar más materialización que la propia descripción de su contenido? ¿Y uno cuyas páginas consisten en muros dispersos de una ciudad europea? ¿Poemas enterrados en distintas latitudes del planeta? ¿Una obra literaria escrita con tinta sobre el agua? ¿Un texto reproducido mediante los gestos de las manos del escritor? ¿O un ensayo cuyas notas al pie están constituidas por conjuntos de sillas, en lugar de combinaciones de palabras? Todas estas obras son el trabajo de un conjunto de artistas y escritores que, procedentes de distintas tradiciones, olvidaron que los libros tienen un comienzo y un final y no pudieron conformarse con ver la literatura reducida a la letra impresa. El águila ediciones, editorial momentáneamente amnésica, quiere ser un homenaje a estos escritores y una plataforma donde dar cabida a un catálogo de libros que han olvidado que lo son.
En 1964, Marcel Broodthaers realiza su primera obra presentada en el marco de una galería enmasillando los saldos de su libro de poemas Pense-Bête y justificando así, mediante la conversión de la literatura en obra plástica, el paso del campo literario al artístico; en 1969 Vito Acconci, en el que sería su último recital poético, camina desde su apartamento en dirección al lugar de la lectura, deteniéndose en cada bloque de viviendas y llamando por teléfono para comunicar a su público, a través de unos altavoces, su ubicación espacial. Ambos gestos podrían entenderse como el abandono de la literatura, así como de las cuestiones formuladas en el seno de su vertiente modernista europea y americana, y el comienzo de una carrera en el terreno de las artes plásticas mediante la realización de instalaciones y performances. Sin embargo, también es posible pensar que tanto Broodthaers como Acconci nunca dejaron de escribir, y que su paso de las editoriales y revistas a las galerías y centros de arte obedece tal vez a una mayor capacidad de integración en el campo artístico de otras disciplinas, frente a los límites impuestos por la institución literaria. ¿Es posible que, de haber ofrecido las editoriales un espacio para la performance o la instalación, estos autores no hubiesen tenido que abandonarlas? Y, de ser así, ¿podrían incluirse hoy sus obras en el canon de la literatura de la segunda mitad del siglo XX, tal como se incluyen en la historia del arte actual? El águila ediciones quiere introducir estas cuestiones en el seno de la literatura tratando de establecer un diálogo con otras disciplinas artísticas.
La única razón que puede impedir a la literatura combinar la escritura con otro tipo de lenguajes es la consideración de que el fin del libro se halla en el límite de las hojas que, apiladas, le dan volumen. Y, sin embargo, la escritura es, precisamente, un trampolín que lanza nuestra mirada desde la superficie de la letra a otros espacios que nos eran totalmente desconocidos antes de comenzar la lectura. Más allá de constituir un volumen de páginas reales o virtuales, entendemos el libro como un texto o un conjunto de textos que, en el sentido desarrollado por Roland Barthes, pueden ser engendrados por cualquier práctica significante, provenga ésta del ámbito de la plástica, la música, la literatura o cualquier otro dominio de lo humano. La unidad de estos textos que forman el libro no depende de su coexistencia en un mismo espacio, ni de su aparición en un soporte físico, sino que se manifiesta como el resultado de una tensión continua entre la reunión y la dispersión de sus partes. ¿Pone esto en peligro la demarcación del género literario? Probablemente. Y, sin embargo, no encontramos en ello motivo alguno de preocupación. Muy al contrario, entendemos que esta apertura permite interpretar la literatura de un modo menos prejuicioso, sin tener que renunciar a lo que hasta el momento se ha considerado propio de su dominio.
Todo esto nos ha impulsado a querer introducir la labor de edición directamente en el ámbito de la creación literaria, porque la edición es, al igual que la escritura, una garantía para la pervivencia del texto. En las dependencias de esta institución el manuscrito antes confinado en un cajón o el archivo electrónico de uso privado —textos sometidos a una potencial mutación constante— se transforman en libros, físicos o virtuales. Nos preguntamos ¿a qué clase de proceso hace falta someter el texto para lograr una metamorfosis semejante? La editorial es, antes que nada, un catálogo, un libro de libros. Una editorial es, por tanto, un archivo, un registro, una estrategia para combatir el olvido, un proceso de escritura. El águila ediciones quiere pensar la editorial como obra literaria colectiva en la que participan por igual editores, críticos, autores y lectores, abriendo un nuevo espacio de posibilidad para lo que denominamos libro y una nueva constelación literaria de sentido.
El libro sin cuerpo
Frente al "libro de artista" o "libro-objeto", que utiliza el formato material del libro como marco para la obra, El águila ediciones quiere apoyar la "libro-creación", fomentando y colaborando en la producción de aquellos trabajos que se sirven de los conceptos de "libro" o "escritura" como punto de partida, sin que estén necesariamente destinados a su fijación en un volumen impreso. El águila ediciones se fundamenta en la convicción de que el libro existe más allá de la página, en el espacio abierto por –pero independiente de– la letra impresa y su soporte.
Partiendo de la idea de que el libro no tiene que poseer un cuerpo material para que pueda procederse a su conservación e interpretación literaria, en la Sección documental de El águila ediciones, hemos tratado de realizar un registro de piezas que, directa o indirectamente, abordasen la escritura desde diversos medios. Este primer proyecto de edición lleva funcionando en forma de bitácora en Internet desde noviembre de 2006 (www.elaguilaediciones.wordpress.com) y cubre nuestra necesidad de hacernos con un fondo de autores clásicos, provenientes de diversos ámbitos artísticos y literarios, que nos ayude a esbozar los permeables límites del concepto de escritura. Límites que, por otro lado, constituyen uno de los problemas claves que pretendemos abordar desde nuestra práctica editorial. En esta línea, durante los últimos meses se han glosado obras de autores como Jorge Eduardo Eielson, Vito Acconci, José Luis Castillejo, Valie Export, Maya Deren, Ramón Gómez de la Serna o Alvin Lucier.
Este espacio, sin embargo, no sólo nos permite acercarnos desde una perspectiva histórica hacia los límites de lo literario, sino que queremos convertirlo en un foro abierto a la creación actual. Mediante esta Sección documental venimos también realizando lecturas de la obra de diversos autores contemporáneos cuyo trabajo encaja igualmente con nuestra visión de la literatura y que contribuyen a perfilar nuestro proyecto. Junto a ellos, también participan en esta sección diversos artistas y poetas a los que invitamos a documentar alguna pieza que consideren especialmente significativa para completar el panorama que hemos ido gestando hasta el momento. Se trata de proponer a los autores que ellos mismos se conviertan en editores críticos de aquellas obras que, según su criterio, puedan formar parte de nuestro peculiar catálogo. Estas breves intervenciones ponen de manifiesto lo dúctil que puede ser el límite entre la documentación, la creación artística y edición.
El catálogo por venir
Además de la Sección documental, nuestra editorial abrirá pronto un nuevo espacio virtual destinado a hospedar proyectos literarios y artísticos cuyo formato rebasa los límites de nuestra bitácora. Con la inauguración de su página web, El águila ediciones está a punto de presentar las tres primeras obras de su catálogo por venir. Tres autores procedentes de estéticas y formaciones diversas nos han ofrecido sus "libro-creaciones" para que les demos cabida y difusión en nuestra editorial por venir. Para ello, hemos colaborado durante más de un año con los propios autores en la generación del concepto formal de libro que nos presentaron, adaptándonos a sus propuestas.
La primera de las "libro-creaciones" con la que El águila ediciones inaugura su catálogo es Andante con cámara, de la poeta argentina Silvana Franzetti. En esta obra encontramos una serie de cuatro video-poemas realizados entre 2005 y 2007 (algunos de los cuales han sido ya exhibidos en distintos lugares de Europa y Latinoamérica). A pesar de poseer notables diferencias en el tratamiento de los elementos, visuales, musicales y lingüísticos, todos estos trabajos agrupados en Andante con cámara poseen una temática común: la reproducción de grafitis y carteles que aparecen sobre las paredes y muros de cualquier ciudad. Estos signos visuales pueden considerarse una metáfora de la convivencia en el espacio urbano de sucesivas capas de lenguaje superpuestas, temática presente también en el último poemario de Silvana Franzetti, Edición bilingüe. El tono extranjero se impregna a través de capas foliadas, / la memoria de una voz prepara el lapsus. / Hay sonidos sin comas / y demasiadas películas dobladas. Los distintos juegos lingüísticos –tanto públicos (los emitidos por la publicidad o las señales de tráfico), como privados (propios de las infinitas tramas de relaciones que se generan en las ciudades)– se solapan y hacen que los caminantes de la urbe, como "turistas desalentados", tengan la sensación de habitar continuamente en el entorno de un lenguaje extranjero.
La segunda de las libro-creaciones que se incorporarán a nuestro catálogo, El laboratorio de las musas, consiste en una serie de textos en los que Ignacio Vleming desarrolla un nuevo género literario que él mismo denomina "ensayemas", y que surge como resultado de una sencilla ecuación: la suma de "poema + ensayo". En sus textos, Vleming propone breves experimentos imposibles para la mente del lector, que se ve llamado a poner en relación lo ficcional con lo real en una sutil miscelánea de géneros y épocas artísticas (las bailarinas de ballet clásico se convierten en guardas de tráfico, las películas de cine negro se proyectan sobre las ruinas de un teatro griego...). El laboratorio de las musas, afirma su autor, "es un manifiesto sobre la ficción histórica del arte". Este recinto de experimentación es la antesala de un museo imaginario en el que Vleming otorga nueva vida a las obras de arte sometiéndolas a una lógica poética del reciclaje: los retratos que cuelgan de los polvorientos museos son llevados a la peluquería, las penitencias de los mártires adquieren dimensión sonora, las esculturas clásicas recuperan sus miembros mutilados mediante prótesis... No las obras mismas, sino su representación, como las láminas que ilustra los manuales de historia del arte, son objeto de comparación y modificación, generando nuevas e insospechadas metáforas ante la mirada atónita del espectador.
El tercero de los títulos de nuestra editorial lleva por título Índice-Edición Virtual y surge de una colaboración entre el poeta Benito del Pliego y el artista Pedro Núñez (ambos miembros del desaparecido colectivo Delta 9, al que también pertenecieran los poetas Andrés Fisher y Rodolfo Franco). Esta edición es la continuación de una serie de transformaciones a las que Benito del Pliego ha sometido los poemas agrupados bajo el título de Índice. Estos se presentaron en forma de poema sinfónico –compuesto y dirigido por David Pineda– en el auditorio del High Museum of Art de la ciudad de Atlanta y fueron luego editados en formato libro en el año 2003 en la editorial Germanía, tras haber recibido el Premio Internacional de Poesía "Gabriel Celaya". Los poemas de Benito del Pliego, acompañados por los gráficos de Pedro Núñez se presentarán ahora en El águila ediciones en forma de obra electrónica. El título "Índice" remite ya al carácter de una investigación en la que la materia lingüística se revela como un "apuntar" aproximativo hacia el significado. La palabra, pues, como señal o indicación, pero también como condensación de algo más amplio. Al igual que las entradas que componen el índice de un libro remiten a un espectro lingüístico mayor (al contenido de un capítulo), también la palabra es título de lo que nombra, en cuanto que no puede remitir a un significado unívoco, sino a una amplia pluralidad significante. Los autores afirman en su introducción al proyecto: "[...] es la voluntad de resolver la incógnita lo que pone en marcha la asignación de significados. El más prominente de estos significados podría ser la voluntad misma de leer. La lectura revelaría así, por encima de otros sentidos, el deseo de hacer sentido, de dotar de algún tipo de coherencia a su esfuerzo de comprensión".
Creemos que estas tres primeras obras de nuestro catálogo, a las que pronto se irán sumando nuevos títulos, muestran la necesidad de renovar los cauces para la difusión de una literatura que necesita de un nuevo concepto de edición. El águila ediciones quiere convertirse en ese cauce para la literatura por venir pero, sobre todo, quiere ser una provocación que estimule la posibilidad de entregarse a una literatura conceptualmente arriesgada y de calidad.
Sandra Santana
Fotografía: Ilustración de Pedro Núñez para Índice. Edición virtual, de Benito del Pliego.